Hemorroides

DR. FRANCISCO RÍOS
PROCTÓLOGO EN REYNOSA

 Y es que las hemorroides surgen a partir de pequeñas «almohadillas» vasculares que se encuentran en el interior del canal del recto. Todas las personas tienen estas estructuras porque cumplen una función importante en el control de la continencia fecal; sin embargo, bajo ciertas circunstancias, llegan a hincharse o a inflamarse. Es en este momento cuando las hemorroides se convierten en un problema y deben ser atendidas con tratamientos médicos. 

Las hemorroides son una condición que afecta a muchas personas en algún momento de su vida. Y aunque se habla poco de ellas es importante entender que son un problema común que tiene soluciones para mejorar la calidad de vida de la persona que las padece.

¿Cuáles tipos de hemorroides hay?

Éstas se dividen en dos tipos principales, dependiendo de la ubicación donde se presentan. De inicio, están las internas, las cuales están dentro del recto y no son visibles ni causan dolor, aunque pueden producir sangrado durante las evacuaciones; por otro lado, las externas se encuentran debajo de la piel que rodea el ano y su presencia son más dolorosas, especialmente si se desarrollan coágulos sanguíneos en su interior.

El desarrollo de hemorroides internas se debe a diversos factores. La mayoría está relacionada con la presión excesiva en la región anal y rectal; por ejemplo, una de sus causas más comunes es el estreñimiento crónico, que obliga a realizar grandes esfuerzos al evacuar.  Esto está relacionado en cuando una persona pasa demasiado tiempo haciendo esfuerzo en el baño, lo cual aumenta la presión en las venas del recto, lo que puede hacer que se inflamen y se conviertan en hemorroides.

La diarrea crónica también las provoca. Esto porque las evacuaciones frecuentes y líquidas irritan la piel del ano. Al mismo tiempo, la obesidad, el embarazo y el envejecimiento también son factores de riesgo: en el caso del embarazo, el aumento de peso y la presión del feto sobre el área abdominal pueden afectar la circulación y provocar la inflamación de las venas anales.

Las hemorroides externas, en particular, son más notorias porque se pueden sentir como protuberancias o bultos alrededor del ano. Estas pueden causar dolor, picazón, y a veces sangrado. Una característica común de éstas es que si no se tratan, presentan la aparición de trombos; cuando esto ocurre, se habla de hemorroides trombosadas, que son particularmente molestas debido al dolor intenso que generan.

La diferencia entre los dos tipos de hemorroides es que las hemorroides internas provocan dolor debido a que el recto tiene menos terminaciones nerviosas sensibles al dolor. Estas hemorroides, sin embargo, sobresalen a través del ano, lo que provoca molestias. Una característica notable de las hemorroides internas es que muchas personas no las notan hasta que observan la sangre en el papel higiénico, o en el inodoro después de defecar. A menudo, el sangrado es de un rojo brillante, lo que puede alarmar a quienes lo experimentan, pero generalmente es indoloro.

¿Cómo se diagnostican las hemorroides?

El diagnóstico de las hemorroides se basa en los síntomas descritos por el paciente y en un examen físico realizado por un médico especialista como puede ser un proctólogo. En algunos casos se recomienda una revisión más profunda del recto y el colon; especialmente si se observa sangrado, ya que podría ser señal de otros problemas más graves, como pólipos o cáncer de colon.

¿Cuáles son los tratamientos para las hemorroides?

Los tratamientos varían según la gravedad de los síntomas. Los principales son:

  1. En casos de síntomas leves. En esta situación se alivian con medidas sencillas en casa. Estos pueden ser cambios en la dieta y en los hábitos intestinales, de manera que no se predisponga su aparición. Para aliviar de manera inmediata el dolor o la picazón, el uso de cremas o ungüentos de venta libre que contengan ingredientes calmantes puede ser de gran ayuda. 
  2. Baños de asiento. Estos consisten en sentarse en agua tibia durante 10 a 15 minutos, también reducen la inflamación y alivian el malestar.
  3. Ayuda de un profesional médico. En casos más severos es necesario un tratamiento médico más avanzado, como es cuando las hemorroides están prolapsadas o las trombosadas. Para esos casos existen procedimientos mínimamente invasivos como la ligadura con banda elástica, en la cual se coloca una pequeña banda alrededor de la base de la hemorroide para cortar el flujo sanguíneo. Esto provoca que eventualmente se encoja y se caiga. 
  4. Escleroterapia. Otro método muy usado. En éste un profesional médico inyecta una solución para reducir el tamaño de la hemorroide.
  5. Cirugía. Para las más grandes o persistentes, a veces se requiere una intervención más fuerte. La hemorroidectomía es la extirpación quirúrgica de las hemorroides y es una opción para aquellos casos en los que otros tratamientos más sencillos no han brindado resultados. Aunque es un procedimiento más invasivo, suele ser muy eficaz para eliminar el problema de raíz.

Entre las distintas técnicas de cirugía está la que es con láser, la mejor opción para eliminar las hemorroides debido a su precisión y rápida recuperación. Este método permite extirpar las hemorroides de forma menos invasiva, lo que reduce el dolor y el daño a los tejidos circundantes. 

Además, el uso del láser disminuye el riesgo de complicaciones y acorta considerablemente el tiempo de recuperación, permitiendo que los pacientes retomen sus actividades cotidianas más rápidamente. Por eso nosotros nos hemos especializado en este tratamiento. 

Consideraciones comunes

Una de las cosas a tener en cuenta es que las hemorroides rara vez son peligrosas, aunque las hemorroides pueden ser incómodas y molestas. A pesar de esto nunca debe ignorarse el sangrado rectal, ya que puede ser un signo de otras afecciones más graves. Es crucial consultar a un médico proctólogo si se presenta sangrado, especialmente si va acompañado de otros síntomas como pérdida de peso o cambios en los hábitos intestinales.

Por tanto, lo mejor es prevenir las hemorroides. Esto se logra con algunos cambios en el estilo de vida. Por ejemplo, al mantener una dieta que sea abundante en fibra; y al beber agua en cantidades abundantes. De esta manera se evita el estreñimiento y se ayuda a que las evacuaciones sean más consistentes. De la misma manera hay que evitar levantar objetos pesados, que lleguen a lastimar el cuerpo, y en especial al sistema digestivo, así como no hacer esfuerzo excesivo durante las evacuaciones.

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